Los pacientes recién diagnosticados con diabetes tipo 2 reciben la educación diabetológica necesaria y adecuada, lo que puede mejorar el cumplimiento del tratamiento y ayudarles a dominar los conocimientos sobre la diabetes lo antes posible y lograr un control óptimo de la enfermedad.
A través de la comunicación diaria con muchos pacientes recién diagnosticados de diabetes, se observa que generalmente existen las siguientes tres reacciones típicas después de recibir un diagnóstico de diabetes tipo 2: (1) desconfianza o falta de voluntad psicológica para aceptar, retraso o falta de voluntad para someterse a un tratamiento formal; (2) nerviosismo, ansiedad, desconocimiento de la diabetes y miedo a las complicaciones de la diabetes; (3) no le da importancia, porque no hay molestias evidentes y creo que no tendrá ningún impacto en mi vida.
desconfianza o falta de voluntad para aceptar
Estos pacientes no comprenden o no quieren creer que tienen diabetes, por lo que acuden a diversos hospitales y especialistas para someterse a repetidas pruebas hasta obtener resultados consistentes antes de aceptar el diagnóstico. Debido a la gran importancia que le otorgan, lo hacen. Por lo tanto, para este tipo de pacientes, es adecuado adoptar el principio de "uno, dos y tres": una charla informativa, dos sugerencias y tres recomendaciones. En la primera charla, se les explican detalladamente los métodos y estándares diagnósticos internacionales actuales para la diabetes tipo 2, aclarándoles que se trata de un estándar unificado internacionalmente y no de un enfoque único para todos. En la segunda sugerencia, si el paciente aún no lo acepta, se le ofrecen diferentes recomendaciones según su nivel de glucosa en sangre. La hiperglucemia, junto con los síntomas actuales (aumento de la espuma en la orina, pérdida de peso, sed, etc.), alerta sobre posibles complicaciones agudas y sus consecuencias. Se recomienda iniciar el tratamiento y luego repetir las pruebas. Aunque el paciente tenga dudas en este momento, debido a que los síntomas y los datos son reales, y a que le preocupa el riesgo para su vida, suele optar por recibir tratamiento de inmediato. Para quienes cumplen con los criterios diagnósticos y no presentan síntomas evidentes, se recomienda repetir las pruebas para despejar sus dudas. Sin embargo, una vez confirmado el diagnóstico, necesitan recibir tratamiento y seguimiento formales. Tercera etapa de seguimiento: Tras recibir el diagnóstico, los pacientes desean curarse. Debido a su desconocimiento sobre la diabetes, suelen informarse sobre las últimas novedades a través de diversos canales y comprar gran cantidad de medicamentos y productos para la salud que supuestamente curan la enfermedad. En este punto, es necesario ayudarlos a identificar sus malos hábitos de vida y conceptos erróneos mediante charlas grupales o sesiones individuales, y elaborar planes de manejo de la enfermedad personalizados.
Nervioso, ansioso
Muchos pacientes desconocen qué es la diabetes, qué es la insulina o, simplemente, ven u oyen que personas a su alrededor sufren ceguera, insuficiencia renal, amputaciones, rupturas matrimoniales o incluso la muerte a causa de la diabetes, lo que aumenta su preocupación por la enfermedad. El miedo a la enfermedad puede provocar estrés, ansiedad e incluso depresión. Para estos pacientes, primero debemos reducir su carga psicológica. Podemos ayudarlos a comprender mejor la diabetes mediante tres preguntas graduales: "¿Sabe qué es la hipertensión?", "¿Cree que la hipertensión es aterradora?", "¿Qué es más grave, la diabetes o la hipertensión?", explicándoles la importancia del control de la glucemia, ya que ambas son enfermedades crónicas, y fomentando la adopción de cambios en sus hábitos. Además, sería beneficioso que estos pacientes se comunicaran más con personas mayores.Las comparaciones amistosas con pacientes antiguos sirven de espejo para los pacientes recién diagnosticados, permitiéndoles ver sus propios problemas y aprender experiencias y métodos que les resulten adecuados.
No importa
También hay pacientes recién diagnosticados que piensan que la diabetes no es nada grave, que no duele ni pica, y que no tienen por qué preocuparse. Si se les insiste insistentemente en que deben prestar atención a su diabetes, el efecto será prácticamente nulo. Algunos pacientes dirán: «Tengo un compañero/vecino que tiene diabetes desde hace muchos años. Come lo que quiere y lleva una vida plena». En ese momento, también se les puede ayudar a afrontar la diabetes mediante una serie de preguntas, como «¿Sabe cuál es su nivel de azúcar en sangre?», «¿Hace ejercicio y toma medicamentos?», «¿Puede decirme qué come? ¿Cómo come?», etc. Dado que los pacientes a menudo solo perciben un fenómeno superficial y no necesariamente lo comprenden, hacerles preguntas puede motivarlos a reflexionar y encontrar respuestas. Este proceso los transforma de forma sutil, permitiéndoles descubrir que existen muchas maneras de controlar el azúcar en sangre y comprender qué significa realmente «vivir bien».