El control de la glucemia es fundamental para las personas con diabetes. Si bien la causa exacta de la diabetes aún no se conoce con precisión y no tiene cura definitiva, la calidad del control glucémico influye significativamente en el desarrollo y el pronóstico de las complicaciones, tanto agudas como crónicas. Un control glucémico eficaz puede incluso prevenir complicaciones y no necesariamente afecta la esperanza de vida, lo que convierte la monitorización de la glucemia en un componente esencial del tratamiento de la diabetes.
Aquí tienes algunos indicadores de control de glucosa en sangre de uso común:
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Hemoglobina glicosilada (HbA1c): La HbA1c es un indicador clave del control glucémico a largo plazo y resulta fundamental para ajustar el tratamiento clínico. Refleja el nivel promedio de glucosa en sangre de los últimos dos o tres meses, con un rango de referencia normal de 4-6% (este valor puede variar ligeramente entre laboratorios debido a las diferentes metodologías de análisis).
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Proteína sérica glicada: Este indicador refleja principalmente los niveles de control de azúcar en sangre durante las últimas dos o tres semanas.
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Glucemia en ayunas, antes de las comidas y 2 horas después de las comidas: Estos son métodos comunes para el autocontrol de la glucemia, que suelen utilizar una muestra de sangre capilar obtenida con la yema del dedo. Proporcionan una lectura inmediata de la glucemia, pero no deben utilizarse como base para el diagnóstico de la diabetes.
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Azúcar en la orina: En zonas con recursos limitados, la prueba de glucosa en orina puede ofrecer información sobre el control de la glucemia. Sin embargo, se ve afectada por el umbral renal de glucosa y puede no ser útil para personas mayores o mujeres embarazadas, cuyos umbrales pueden estar alterados; además, no ayuda a detectar la hipoglucemia.
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Frecuencia de monitoreo: Quienes presenten un control deficiente de la glucemia o se encuentren en estado crítico deben controlarla de 4 a 7 veces al día hasta alcanzar la estabilidad. Una vez estabilizada, la monitorización puede reducirse a 1 o 2 días por semana, cinco veces al día.
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Horarios de monitoreo: Las pruebas de glucemia antes de las comidas son cruciales cuando los niveles son altos y para quienes tienen riesgo de hipoglucemia. La monitorización de la glucosa en sangre dos horas después de las comidas es adecuada para quienes tienen la glucemia en ayunas bien controlada, pero aún no alcanzan los objetivos del tratamiento. Se recomienda la monitorización nocturna para quienes usan insulina, especialmente para quienes usan insulina de acción media o prolongada. La monitorización nocturna es beneficiosa para quienes se acercan a los objetivos del tratamiento, pero aún presentan glucemia en ayunas elevada.
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Monitorización basada en síntomas: Ante la aparición de síntomas de hipoglucemia, se debe controlar el nivel de azúcar en sangre de inmediato. También es recomendable antes y después de realizar ejercicio intenso.
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Seguimiento de los usuarios de insulina: Quienes usan insulina basal deben controlar su glucemia en ayunas tres días a la semana antes de que esta alcance el nivel objetivo, con visitas de seguimiento cada dos semanas. El día anterior a la visita, se debe realizar un perfil glucémico de 5 puntos (en ayunas, después de tres comidas y antes de acostarse). Una vez que la insulina y la glucemia se estabilicen, el perfil glucémico de 5 puntos se puede controlar de 1 a 2 veces por semana.
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Monitorización de la terapia sin insulina: Para quienes no usan insulina, se puede seguir un programa de monitoreo de baja intensidad, controlando el azúcar en sangre antes del desayuno y antes de acostarse tres días a la semana para comprender el impacto de las comidas en el azúcar en sangre.
En realidad, no existen reglas fijas para el control de la glucemia. El plan debe ajustarse según el control de la glucemia, la dieta y el ejercicio. A nivel internacional, se hace hincapié en el control de la glucemia antes de las comidas, mientras que a nivel nacional se presta más atención a la glucemia en ayunas y a la glucemia dos horas después de las comidas, posiblemente debido a diferencias en las estructuras dietéticas. Ante fluctuaciones significativas de la glucemia, la monitorización continua de glucosa puede proporcionar un perfil detallado de glucemia durante 3 a 7 días, lo que facilita el ajuste de la medicación.
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